En nuestra sección del blog Planes de cuento siempre compartimos con vosotros escapadas a lugares especiales con encanto. Dormir en cabañas en los árboles, cenar en medio de viñedos, atardecer en piscinas infinitas con vistas a la sierra de La Sagra…
Hoy amanecemos en el Cortijo de Domingo. Y aunque por el nombre -y por lo bonico y apañao que está el lugar- pueda parecer un alojamiento rural, no es otra cosa que el cortijo de mi señor abuelo.
Abuelo, saluda a la cámara.
En Huéscar, en la provincia de Granada, al amparo de la Sierra de La Encantada y rodeados de cientos de hectáreas de olivos, se encuentra este magnífico rincón que hace ya justo veinte años empezó a construir a su gusto mi abuelo con sus propias manos.
Anoche, tras un precioso paseo al atardecer por los alrededores del terreno y una velada al aire libre en familia, nos quedamos completamente solos para disfrutar de este enclave privilegiado.
Después de pasar un caluroso día rozando los 40 grados con la lengua fuera, cuatro horas mal dormidas y un viaje en coche desde Barcelona a las espaldas, hacer noche con la sábana hasta las cejas, el sonido de los grillos y la luz de la (casi) luna llena y un cielo plagado de estrellas, no tiene precio.
Amanecer con un buen café humeante, un platico de jamón recién cortao y fruta cogida del huerto, tampoco.
Y es que a este remanso de paz rural no le falta detalle alguno. Un comedor enorme con chimenea para calentarse a los pies de la lumbre en invierno y resguardarse del insufrible calor andaluz en “el hueco del día” (como llaman aquí a esas horas intempestivas de las 13h a las 17h en las que literalmente NO se puede estar en la calle) es el centro de las reuniones y comilonas familiares vacacionales.
Un precioso porche con horno de leña donde degustar “una lata” del maravilloso cordero segureño (de la Sierra de Segura) tan famoso de la zona, como el que ha preparado mi señora abuela y nos hemos metío entre pecho y espalda hoy, preside el complejo.
Abuela, ¡Saluda a la cámara! Ayyyy por dió qué güeno te ha quedao el cordero…
Aunque para presidentas absolutas, las perras de la casa. Kira, Luna y Danna (que nos la hemos traído nosotros) que aguardan a las puertas del cortijo para saludar efusivamente a cualquiera que se digne a visitarlo y disfrutar unos días del relax y desconexión que el entorno brinda.