Pasa poco. Pero pasa. De esas veces que un plato está tan tan tan rico, que cuando te lo terminas habiéndolo prácticamente deborado en segundos, miras a tu acompañante de mesa y le haces lo que Robert Redfort a Demi Moore en el 93: una proposición indecente. ¿Pedimos otro igual?
Y el caso es que a la carta platos no le faltan como para tener que repetir. Entrantes suculentos con tartares varios, un par de carpaccios de pulpo o de gamba roja, un canelón de verduras, una burrata a la baba ganoush de inspiración libanesa… Hasta los crudos tienen también su papel protagonista en forma de sashimi de vieira o steak tartar, un clásico.
Canelón de verduras con hummus de olivada negra y su crema de leche de soja, almendras y aguacate
Sashimi de vieira con mostaza de mandarina y miso
Pero oye, que nada, que no hay manera. Que como pruebes los huevos rotos con bogavante y suquet, estás perdío. PLATAZO mayúsculo. De verdad. De verdad de la güena.
Los segundos tampoco defraudan. Eso sí, la mayoría son para amantes de la carne. Magret de pato, cordero, entraña marinada, canelón de buey… Y una galta de cerdo ibérica con inspiración mexicana “al pastor” que ha quedado ya apuntadita en el top list de pendientes.
El broche de oro a este fiestón de papilas gustativas lo ponen un cremoso cheesecake con Baileys y base de galletas speculoos (sí, sí, esas belgas navideñas adictivas) y un delicioso ceviche de frutas cortesía del chef, para dulcificar mi torturadora intolerancia a la lactosa.
Topar con Cibulet anoche fue una de esas gratas sorpresas que convierten un jueves pasajero en un juernes memorable. Uno de esos ‘pequeños grandes’ restaurantes perdidos en el corazón de Gracia, con un chef atento y servicial que se pasea y charla de mesa en mesa haciéndote sentir como en casa, y un buen puñado de platos singulares, innovadores y llenos de sabor.
Francisco Giner, 54, 08012 Barcelona
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