Cuando Babette descubrió a los catorce años la increíble energía que desprendía Sitges, no pudo hacer otra cosa más que enamorarse perdidamente de ella. Aquella energía bohemia, artística, multicultural, libre y despreocupada que ya por aquel entonces rezumaba La perla del Garraf, cuna del modernismo y ciudad cinéfila donde las haya, fue la culpable de que a la adolescente de Lyon le hicieran los ojos chiribitas en sus veraneos familiares por la costa mediterránea.
«Cuando sea mayor quiero vivir aquí», se dijo más de una vez.
Vaya, vaya… me suena esa historia. La de veces que habré fantaseado yo con lo mismo a lo largo de mi infancia y juventud frecuentando estos lares. Y aquí estoy hoy, en mi nuevo pueblo, tomando algunas notas en mi libreta y compartiendo un café con Bavette, mientras me cuenta su historia. ¿No es caprichoso el destino?
Desde que era una niña, Babette vivió en las cocinas de su Lyon natal en el restaurante de sus primos. Unos cuantos años más tarde, en 2013, su pasión por la gastronomía y su anhelo por convertir aquella fantasía quinceañera en realidad, la trajeron de vuelta, abriendo su propio gastrobar en Sitges: Casa Tecla.
Con una cocina que bebe de la luz, el color, los sabores y olores de la cuenca del Mediterráneo, Casa Tecla apuesta por una cocina tradicional al carbón vegetal con doble guarnición de vanguardia y sostenibilidad. ¿Su pequeño secreto? Ni freidora, ni gas. Un horno Josper, una combinación entre horno y parrilla donde los productos pueden ser braseados y asados, aportando a la materia prima un sabor único e inconfundible, el de la leña. Y añadiendo también una textura, aroma y jugosidad a cada uno de sus platos que, sin duda, marcan la diferencia.
Un almíbar de artesanía y tecnología al servicio de la alta gastronomía. La que Bavette siempre soñó dejándose inspirar en cada uno de sus viajes por el recetario tradicional de cada uno de los países que visitó, y la que Adil, -el alma de los fogones y chef de Casa Tecla-, recrea en su cocina como se dice por aquí: «poc a poc i amb bona lletra». Como hacían las abuelas de antaño, a fuego lento y chup-chup…
Y ahora, vamos al lío… Que si algo no puede faltar en esa filosofía mediterránea tan nuestra del disfrute, es precisamente eso: darle una alegría al paladar. Algunos de los platos que tuve ocasión de degustar.
Empezamos con algo refrescante y ligero para ir abriendo boca. Ceviche de gambas a la caribeña, lima, piña y cilantro.
Y seguimos con uno de esos clásicos abueleriles a los que una jamás puede negarse. Buñuelos de bacalao y patata de la abuela Mariana. Ay Mariana… ¡Cómo te haces de querer!
Como esto va de ruta mediterránea y de momento ya hemos tachao de la lista a la gamba y al bacalao, vamos con una de pulpo braseado con pimentón de la Vera y chutney de tomate.
Mesdames et Messieurs, la joya de la corona. Y es que una cata en condiciones del famoso horno Josper, hay que hacerla con una buena carnaca. Chuletón de vaca vieja al Josper.
Y ahora ya, para ir rebajando el asunto… Coulant de chocolate negro con salsa de caramelo.
Y como NUNCA es suficiente chocolate, siempre vale más ser precavida en la vida y pedir doble ración. Por si a caso… Tostada casera con chocolate negro, aceite y sal.
Carrer de Sant Francesc 9, 08870 Sitges, Barcelona
938 94 80 21