Qué ganas de pisarte, de abrazarte en cada esquina (aunque sea con mascarilla).
Qué ganas de verte. Llenando de voces las plazas y las calles de la sal del mar.
Qué ganitas de tocarte, de mojarnos, de correr, saltar y bailar las olas, de achicharrarnos juntos bajo el Lorenzo, y echar luego mano del aftersun.
Qué ganas de siesta. Y qué pocas de fiesta. Aunque lo último sea mentira.
Qué ganas de escucharte, cantándonos al oído aquello de ‘voy a reír, voy a gozar, vivir mi vida, la la la lá…’
Qué ganas de probarte en cada helado, en cada cerveza bien fría… En todos y cada uno de los salmorejos, gazpachos y tuppers en la playa de sandía.
Ay… Qué ganas de blanco. Y qué ganas de azul????
Bienvenido a casa, pequeña gran revolución. Hoy por fin te estrenamos, de nuevo en nuestra calle favorita. No sabes cuánto te esperábamos, querido verano.