Nos miramos en silencio.Luego le dije,- Oye Jean-Paul, que tengo yo una preguntica. ¿Qué se come aquí en Lyon pa’ año nuevo?Sacó un paquete de tabaco de uno de los bolsillos de su chaqueta. Luego cogió un cigarrillo y se lo colocó entre los labios. Lo encendió lentamente, dio una primera calada y dejó que el humo entrara en su cuerpo saboreando cada recoveco antes de expulsarlo soltando una gran bocanada. - FRO-MA-GE. –Articuló despacio esbozando una sonrisa de regocijo. Luego miré a mi Jean-Paul Belmondo particular (el que me estaba sacando esta foto) que aunque no fuma, es casi igual de interesante -o más- que el francés y además comparte pelazo.- ¿Y si nos volvemos pa’ España mon amour? –Le pregunté–. Que tengo mono de jamón serrano y me sale ya el fromage de los coj***, la leche y la mantequilla por las orejas.Apartó la cámara de su ojo derecho de un plumazo. - ¿Has dicho jamón? Acto seguido, solo recuerdo correr juntos de la mano por la Rue du Premier Film como si no hubiera mañana. Esa misma tarde cogimos un avión con destino Barcelona. El buen tiempo y unos cuantos sobres de jamón del güeno -eso sin contar el lote de Navidad enteretico sin estrenar- nos esperaban en la nevera de casa.
Au revoir, Jean-Paul.
Au revoir, Lyon.