Al entrar por la puerta, Xavi, el chef y el alma de los fogones de L’Artemisa Sitges, está preparando algo dulce en la barra.
Ay omá qué rico, —me digo mirando ojiplática su desenvoltura y manejo con la manga pastelera, en lo que a mi parecer apunta a ser un irresistible cheesecake nada conservador, con toques de fantasía y vanguardia, con una pinta estupendérrima, y probablemente también, con una cantidad ingente de lactosa que me impedirán poderlo catar.
Silvia, la compañera de Xavi en esta gastroaventura ‘divina’ nos acompaña hasta la mesa. El local es pequeñito, pero bien cuco. Lamparitas de ratán, madera, velitas, mucha planta… Me siento como en casa, pero además literal.
Pedimos una copa de vino para ir abriendo boca mientras los vecinos de al lado terminan de escoger los platos que pedirán de una pizarra colosal que -arrastrada por Silvia- deambula de una mesa a otra y que no es otra cosa que la carta en versión analógica y vintage.
Qué gustera máxima no tener que andar abriendo códigos QR en medio de la comida. Después de un año de pandemia, lo de estar pegaíta al teléfono hasta cuando una engulle, no lo llevo nada bien, la verdad. Por no hablar de esa magnífica sensación que supone palpar y manosear la carta en tamaño grande y en papel con tus pezuñas, leerla y releerla tropecientas veces, pasar y retroceder sus páginas en bucle… especialmente para los indecisos como yo, que lo queremos probar TO-DO.
Silvia es, sin duda, el alma de la sala. Cercana, risueña y familiar a partes iguales. Nos explica con el ímpetu y la pasión que caracterizan a quien exprime las horas de su reloj, de su calendario y, en definitiva, de su vida, a hacer verdaderamente lo que le gusta, todas y cada una de las tapas y platillos de esa gran pizarra andante.
Empezamos con una bravas. Aquí mi compañero de mesa y servidora, tras unos cuantos debuts culinarios a las espaldas, somos de la opinión de que para hacer la cata de un nuevo lugar de tapas siempre hay que empezar por algo tan sencillo (pero a la vez traicionero) como unas patatas bravas. Si no defraudan, casi con total seguridad que el sitio merece la pena. Y fíjate, que esa ‘teoría de pacotilla’ nuestra, pocas veces falla.
Las bravas están SUBLIMES.
Y por ende, lo que viene después también.
El bikini de panceta y queso de oveja curado es… pura fantasía.
El bacalao ‘a la llauna’ con tomillo, tomates y olivas; y los pinchos mediterráneos de presa de cerdo ‘ral’ con cogollos rustidos… un desvarío de textura y sabor.
Para ponerle el broche a la velada, exijo un cheesecake con florituras como el que he visto a Xavi preparar al entrar. Sí, lo sé, solo voy a poder olerlo. O como mucho, fotografiarlo. El menda lerenda que tengo en frente será quien haga los honores -como de costumbre- zampándoselo él solito. Podría parecer un acto de masoquismo, pero es que sería un pecado mortal marcharse de La Artemisa sin probar ese cremoso de cheesecake con maracuyá digno de los mismísimo dioses griegos.
La cara de mi compi de mesa tras meterle mano a la suculenta y creativa tarta de queso deconstruida y bañada con el suquillo maracuyil, no deja lugar a dudas. ES-TÁ-DE-MUER-TE.
Volveremos pronto. Todavía nos quedan muchos platilllos por tachar de esa pizarra errante y monumental.
Carrer de Sant Pau 19, 08870 Sitges
628 09 73 25