AÇAI, UN VIAJE AMAZÓNICO

Corría el verano de 2015 (invierno español) cuando yo, joven, feliz, ociosa y sin ninguna que otra preocupación más allá que la de encontrar un hueco digno en la playa de debajo de casa, recorría Bondi Beach y sus callejuelas descubriendo nuevos rincones y sabores en mi nuevo barrio australiano de palmeras, chanclas, tablas de surf y pelos rubios. Fue una tarde de esas, cuando tras una intensa y ardua jornada de vuelta y vuelta en la icónica “playa de las playas”, me adentré en Hall Street algo sedienta y acalorada en busca de algo con lo que revivir mi cuerpo serrano. Andaba yo concentrada en la lista de batidos y zumos de la pizarra tras la barra cuando una palabra desconocida cortocircuitó mi lectura: AÇAI

—Who’s next? —Preguntó la muchacha.

—Excuse me, what’s açai? —Pregunté yo.

Por aquel entonces, yo no había hecho todavía el oído al acento australiano, pero de aquella explicación que me sonó medio a chino, me quedé con tres cosas: Fruta. Brasil. Muchos nutrientes. Ni me lo pensé. Me pedí uno y salí de allí con un pedazo de batido color violeta degustando aquel sabor tan particular a la par que adictivo. El açai es un fruto que crece en las palmeras de la selva amazónica de Brasil y es una fuente de antioxidantes, vitaminas, proteínas y minerales. Con el tiempo fui leyendo más sobre el açai y fui cruzánzome cada vez con más sitios donde probarlo en diferentes formatos, como el açai bowl, mi favorito.

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Cuando llegué a Barcelona, una de mis primeras misiones fue buscar dónde poder seguir disfrutando del elixir de la juventud. Fue en esa búsqueda donde topé con uno de mis sitios favoritos de la ciudad: Almalibre Açai Bar

Con el tiempo, y dado que mi compi de piso y vida también es un fan de este alimento antienvejecimiento, decidimos comprarlo en polvo y hacerlo nosotros mismos en casa.

¿Quieres algunas ideas para preparar una super merienda o desayuno nutritivo?

  • 1 plátano (si lo congelas un rato antes para que esté bien fresquito, mejor)
  • 1 puñado de frutos rojos congelados (fresas, arándanos, moras, frambuesas…) los venden ya así en muchos supermercados
  • 2 cucharaditas de açai en polvo
  • 1 chorreoncito de agua de coco (o leche vegetal) fresquita
  • 1 cucharadita de canela o panela para endulzar (opcional)

Lo batimos todo y… ¡Ahora llega ese momento en este gastrocuento en el que te toca potenciar tu creatividad! Puedes utilizar:

  • cereales, muesli o granola
  • fruta natural cortada en rodajas
  • pepitas de chocolate
  • chips de coco
  • pasas
  • paçoca…

Y ahora sí que sí, la mejor parte de este viaje amazónico: ¡A zampar! 

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La vuelta al mundo desde el sofá

Regálate tiempo. Quiérete bonito. Emociónate. Ríe hasta decir basta. Mímate. Dale a ese cuerpo Alegría Macarena y un poco del #slowliving que necesita… ¡Disfruta de la experiencia sensorial Cuentos Viajeros desde tu casa!

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No sé qué vino primero. ¿Viajar para comer? ¿O comer para viajar? Gastrocuentos no es una crítica gastronómica al uso, sino un rincón donde ponerse morao, fino filipino o como el Quico a través de pequeños (gastro) relatos en bares y restaurantes del mundo.
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Puñados de vida a granel escritos sobre papel que vuelven conmigo a casa tras cada uno de mis viajes. Un cajón de recuerdos imborrables en forma de relatos, reflexiones, fotografías… cocinados a fuego lento en distintos puntos del planeta.
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