Hace un año y tres meses nos prometimos un sueño.
19º 25’ 41.39’’ N
99º 8’ 43.68’’ W
Poco después, a ese sueño que nos acompañaba en la muñeca, le pusimos fecha.
18.11.2020
Desde entonces y hasta hoy mismo, hemos ido guardando cada mes un puñado de dinero y otro bien gordo de ganas, esperando poder cumplirlo.
¿Qué pesa más? ¿La hucha de la ilusión o la de los ahorros? Sin duda, la primera. Y que así siga siendo, pues al final el dinero hace rico el bolsillo, pero la ilusión hace rico al corazón.
Y es que los 18 de noviembre siempre han sido fecha estelar en el calendario. En 2015 me aventuré a cambiar de vida y empezar una nueva en Australia, en 2016 me calcé a cuestas mi mochila favorita para emprender otra aventura en Asia, en 2017 lancé mi propia web Cuentos Viajeros desde donde hoy escribo estas palabras…
Hoy vuelve a ser 18 de noviembre. Y a estas alturas ya debería estar con los nervios a flor de piel subida a un vuelo de Emirates, camino a México DF. Aunque esta vez, a parte del ya famoso bocadillo de jamón de mi madre, fiel compañero de viaje, llevo un compañero adicional.
Y es que… Qué bonito es tener un sueño. Pero qué doblemente bonito es poder compartirlo.
Al otro lado del charco, nos esperaría ‘el cuento de los cuentos’: un año sabático por Sudamérica. De México a la Patagonia con dos mochilas. Poca ropa y muchas ganas. «Érase una vez…»
Pero entonces vino 2020. El año redondo. EL AÑO mayúsculo. El inicio de una nueva década. Los felices años 20… Y un largo etcétera de expectantes motes que nuestro querido e inolvidable 2020 se ha llevado por los aires junto a mi sueño, el tuyo, y todos y cada uno de los sueños del planeta.
Sin embargo, este no es un cuento triste, ni mucho menos un año en balde. Este solo es el prólogo del auténtico cuento, fruto de un año terminado en cero. «Porque cero es el número que nos recuerda que nada hay por detrás, y que lo único que existe es el presente y lo que pueda venir. Lo que tú decidas crear.» Con esas mismas palabras de Pablo Arribas despedimos (irónicamente) 2019.
Y es que detrás de cada sueño no cumplido, hay un golpe de timón para seguir surcando los mares. Algunos prefieren volver a la orilla y esperar allí a que pase la tormenta, mientras que otros eligen navegar a contracorriente, aferrados a su sueño y su timón.
Muy pocas veces ocurre, que en esa gran hazaña de surcar los océanos, te pase lo que a Colón. Que empeñado en conquistar las Indias, se topó en el camino con un sueño todavía más grande, el llamado «Viaje del descubrimiento», cambiando el rumbo de la historia de un modo accidental.